En estos momentos estoy en Estocolmo, Suecia. Me preparo para el único y último viaje de mi vida ¿Por qué? Porque esa es la vida que me tocó vivir y que disfruto con goce. Nací como un relámpago y debo morir como tal. Lo acepto, lo acepto sin cuestionamiento alguno. Tengo la certeza absoluta de que mi muerte servirá a alguien más. La naturaleza, la vida, el destino, Dios…quien sea ha creado un mundo donde todo se retroalimenta en un bucle de equilibrio delicado. Y yo soy naturaleza, yo soy destino, yo soy mensaje, yo soy comunicación. Soy una forma de vida.
Preparo mi equipaje. Bueno, no tengo
necesidad de nada porque todo lo que necesito está en mí. Tengo mi inteligencia, mis conocimientos, el
mapa con la ruta a seguir. No necesito ninguna clase de vehículo, iré por el
aire. Si, por el aire. Atravesaré el cielo inmenso sin otra locomoción que mi
propio impulso, observaré desde donde esté la grandeza de la elipse donde
habita la humanidad, intercambiaré mi experiencia con otros que vuelan por el
aire como yo, bajaré, subiré, iré al este, al oeste, me perderé, me encontraré,
seré yo, seré nada, seré todo. Porque este viaje es absoluto, este viaje es
definitivo, y todos los secretos, todas las rutas del mundo seguiré. Cuando el
viaje concluya llegaré a mi destino, y al atravesar el último túnel, el último
camino perderé mi vida. Y alguien se beneficiará de mi muerte.
El momento ha llegado. Observo el inicio del
camino, un caleidoscópico juego de puntos de luces, de oscuridad, de misterio.
Simplemente espero. Espero a que se de la orden de partida. Esa orden llega
rápida como el pensamiento y brillante como la lejana Sirio. Tomo el impulso
adecuado, me arrojo. Vuelo…
El mundo pasa atravesando mi camino. Soy el
dueño de todo el discernimiento humano. Recorro millones de planos, de
espacios, aprendo, leo. Quisiera detenerme en uno de ellos, pero no puedo dejar
el camino, no puedo. Se me requiere, se me necesita, se necesita que yo muera.
¿Cómo negarse a un sacrificio así ante la gloria de la agonía? El misterio de
las culturas antiguas, los grandes teoremas matemáticos, los últimos
descubrimientos de la física, paisajes inconmensurables de selva, de montañas,
de mares. Observo de cerca cada una de las estrellas, los planetas. Entiendo
las distintas ramas de la verdad, sin detenerme, sin claudicar, sin dejar de
avanzar. Se que moriré después de esta agonía, pero moriré fundiéndome con los
secretos ocultos de tiempos infinitos.
Veo el final del camino, que como un punto de
luz se acerca a mi cuerpo fragmentado. Tan sólo me queda mi espíritu, lo
último. Se que me queda poco, se que mi muerte no será inútil, se que alguien
recibirá de mí lo que necesita. Entonces ya no queda nada, me apronto, agrupo
mis fragmentos, cierro mis ojos, espero mi fin…
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Conexión
establecida. Resultado del Ping: en treinta y dos milisegundos, 220 paquetes
transmitidos, 220 recibidos, cero porciento de pérdida.
_ ¡Alo Ivonne! ¿Cómo has estado hija?...
me alegro de saber que todo anda bien allá en Suecia…si, yo creo que el próximo
mes te iré a ver… ¿Qué por que no llamo? Tú sabes que la llamada es cara, y no
siempre la llamada entra…no si te iré a ver, no te preocupes. Ya hija, te dejo,
cuídate mucho. Un beso.
Transmisión finalizada.
Tocando Música
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